Hace tiempo ya que tengo ganas de una nueva aventura, una en la que pueda ser, deshacer, decir, expresar lo que tiene mi mente contenida, de tener un lugar donde pueda vaciar todo eso que contiene ese lugar en donde nacen los sueños y crecen las emociones, donde habita la fe y se cobijan los amores. Hace tiempo ya, también, que tengo ganas de deconstruirme, de crear, de sentir la vida de una manera distinta.
La mente es reina, y no es que yo pretenda construir palacios a los apegos, al aferramiento, a las ilusiones, pero si intento comenzar un nuevo viaje, en el cual, tenga la habilidad de poder expresar, pero sobre todo, de compartir los hechos que van suscitando a través de las lunas.
Yo no quiero ser un literato, ni un artista incomprendido en busca de reconocimiento, el arte ya está muy manoseado. Pobre del arte, ahora ya cualquiera es artista, sólo basta hacer alguna estupidez para serlo. Yo todavía respeto al arte, lo admiro, lo reconozco y le doy el derecho a la dignidad.
Hace unos meses hablé con una mujer grande en conocimientos, una sabia, un ser de luz. Ella me contaba de su gran amor en la Habana, uno de esos amores intensos que al final resulta imposible volver a ellos. Me me explicó cómo el pasar de los años le ha cambiado su vida, el como las decisiones que ha tomado le han cobrado un precio por pagar a sus actos. Me compartió también sus recuerdos, su fotos en Cuba, su amor y sus milagros.
Cuando estoy con esa mujer grande, mantengo algo a lo que yo llamo sesión de amor, y es que para algunos estar con personas inmensas en afinidad, en confianza, en comprensión, es tan sólo un momento cualquiera, mientras que para mi es literalmente una sesión de amor. Ella, la sabia de mi vida, mi hermana espiritual, me leyó las cartas luego de compartirme parte de su vida. Me señaló entonces el inevitable encuentro del amor en mi existencia presente, cosa que marca el Tarot constantemente, como un karma inalterable por el cual tengo que atravesar y aventurarme tarde o temprano, pese a mi resistencia, pese a mis defectos y miedos.
Mi hermana de tantísimas vidas, la amorosa, me dijo que es hora de aprender a volar, de ir comenzando el cambio, que paso a paso debo confiar más en mi, que he de aprovechar mis pasiones para construir un nuevo camino, y luego de hacer un poco de reflexión en torno a sus sabios consejos, el panorama se empezó a despejar, y es que el camino por el que andaba estaba un poco turbio, el agua de la mar ya no era cristalina, el cielo se veía tan gris que los volcanes ya no se podían admirar desde lo lejos, ya ni la luna tenia brillo, la noches eran tan aburridas como obscuras.
En una ocasión me dejé herir por un hombre con una enfermedad crónica, el ego. Yo solía pasear con él por las calles del centro, íbamos a media tarde simplemente a caminar, y ahora que lo pienso, realmente fue una suerte que me diera oportunidad de conocerlo, porque gracias a eso, me pude dar cuenta que dentro de la obscuridad es más fácil ver la luz, por más diminuta que esta sea. Me adentré en un nuevo mundo a partir de que él me dio un duro golpe, recuerdo que dolió tanto que solté un grito desgarrador, corrí hacia donde veía la luz más grande y al llegar hasta el centro de esa luz, caí al piso y sin saber por qué, sentí la sensación de estar protegido, luego de un rato me quedé dormido a los pies de una deidad, figura celestial de donde provenía tanta luz, era la representación de la posibilidad que tenemos para purificar nuestras acciones negativas y convertirlas en oportunidades, me refugié en ella y descansé.
Esa noche acostado a los pues de aquella hermosa figura, soñé que me sonreía y comenzaba a cantar una canción repetitiva de cien sílabas que purificaba todo, una y otra vez hasta que desperté en el centro de mi habitación. Me asomé por la venta y el mar era de nuevo turquesa traslucido, el cielo azul, la luna recuperó su brillo, los volcanes volvieron a vestir la ciudad, la noche y la serenidad volvieron a ser una, las fuerzas regresaron a mi.
Al día siguiente, un sabio que diseña objetos mágicos, me habló sobre la importancia de la escritura, me cuestionó sobre mi mala distribución del tiempo, del porque en las actividades reflejo tan poco de las letras que escribo, me sugirió que debo seguir escribiendo, pero ser congruente también.
Por eso hoy escribo, sin la motivación de obtener ningún tipo de reconocimiento, sin siquiera pretender ser leído por alguien más que mis amigos, la idea entonces es dejar fluir la energía, el viento, el agua, el fuego, caminar firme sobre la tierra.
Mi amiga LeSiren, quiso compartir conmigo esta nueva aventura, su tiempo, un trozo de su vida, para crear este espacio inspirado en las cosas que hay que aprender y olvidar, en los corazones rotos, en los faltos de fe, en los que tienen ganas de crecer, de sentir sin temor, en aquellos que gusten compartir con otros sus sueños y sus pasiones, en los que sienten magia y cosquillas en el alma.
Gabriel Colín
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